dilluns, de març 20, 2006

Artícle d'opinió contra la incineració.

Residuos: oportunidad para hacer bien las cosas

«Si tan buena es la incineración de las basuras, ¿por
qué presentarla como el último eslabón y el último
recurso de la gestión de residuos? ¿Por qué insistir
en reciclar y compostar si sería más fácil quemar todo?»

Estos
meses, cada vez que alguien opinaba o hablaba en contra de las incineradoras
ha tenido que oír y soportar repetidamente que todos teníamos
que estar callados porque había que dejar este tema para los expertos
y los profesionales. Daba igual que un ingeniero hablara de técnicas
alternativas o que un médico hablara de riesgos para la salud evidenciados
en la bibliografía científica, o que un alcalde defendiera
métodos más sostenibles y aceptables para sus vecinos. Daba
todo igual porque los expertos son ellos, porque los técnicos y profesionales
en residuos son ellos... Expertos y técnicos en llevar camiones a
un vertedero, sin más ¿De qué dicen que son profesionales
ahora si han andado buscando sabios por ahí fuera que, después
de cobrar, desaparecían sin haber sabido ni dónde estaba Aritzeta
o Txingudi? Y últimamente, para más colmo, esos nuestros técnicos
expertos han tratado de hacernos pensar que los olores de San Marcos son
fruto de que Odón Elorza no quiere poner una incineradora en San
Sebastián.

La ausencia de alternativas al PIGRUG era uno de los principales argumentos
que llevaban como bandera la sección incineradora de nuestros políticos
y gerentes de mancomunidades, era la razón primera de su exclusiva
capacidad profesional y el motivo natural de todo tipo de descalificaciones
para los que se oponían a sus proyectos. De hecho era muy habitual
terminar cualquier pleno de Ayuntamiento, entrevista o programa de televisión
con el reproche de que no hay otras alternativas para Guipúzcoa.


Pero ahora ya no hay solo un PIGRUG, hay varios. Además de las reiteradas
propuestas del alcalde de San Sebastián para hacer ver a la Diputación
que la solución de las basuras no pasa inevitablemente por una incineradora,
también hace poco más de dos meses se presentó un nuevo
plan de residuos para toda Guipúzcoa. Propuestas y alternativas que
no tienen nada que ver con la incineración. Todas hablan de Guipúzcoa,
el mismo territorio para unos y para otros, con los mismos problemas orográficos
y de densidad de población, pero cambia la forma de verlo más
habitable ahora y cómo queremos dejarlo a las generaciones venideras.


Nuestros políticos y técnicos han estado tan colmatados de
experiencia y de conocimientos que se permitían frases y sentencias
como la del señor Oyarbide, diputado de desarrollo sostenible, este
mismo mes de diciembre refiriéndose al crítico informe del
Ararteko: « en la oficina del Ararteko hay buenos juristas pero no
técnicos en residuos » y así, tan simplemente, nos daba
a entender que los técnicos de su departamento están por encima
de la ley y su gestión puede superponerse a cualquier norma o derecho
nacional o comunitario. De la Mancomunidad de Txingudi hay varias frases
memorables. Como la del presidente de esta Mancomunidad, el alcalde de Irún,
que, después de un viaje de visitas a incineradoras, nos tranquilizaba
a todos porque él sabía que por la chimenea « prácticamente
solo sale vapor de agua...» Lo triste de estas tonterías es
que el coste de esa incineradora, de sus campañas, viajes y abogados
las pagan todos los ciudadanos de Irún y Hondarribia que, especialmente,
ya han demostrado en consultas populares, encuestas de Diputación,
manifestaciones, firmas y alegaciones que más del 82% están
en contra de ese proyecto de Incineradora que además redondeará
el negocio quemando basuras de Francia.

El problema de muchos de esos expertos y de muchos políticos de nuestro
territorio es que no solo no saben nada de alternativas sino que además
nos han demostrado que de incineradoras saben muy poco.

Reflexionemos: si tan buena es la Incineración de las basuras, ¿por
qué presentarla como el último eslabón y el último
recurso de la gestión de los residuos? ¿Por qué insistir
en reciclar y compostar si sería más sencillo quemar todo?:
simplificamos la vida con una sola bolsa y la Mancomunidad solo necesita
un contenedor y un modelo de camiones para llevar la basura. Más
trabajo y empleos en el sector secundario y terciario de la producción.
Más riqueza, más consumo. Todo, dicen, es bueno en el mundo
de la incineración y lo único tóxico que reconocen
son las cenizas, aunque ya insinúan que alguien
las utilizará para hacer bonitas carreteras... Pero vamos a ver,
si todo son ventajas con las incineradoras, ¿por qué nadie
ni ningún país se plantea como opción única
y definitiva la incineración? Y si no hay riesgos ¿por qué
nos anuncian controles y análisis a la población cercana?
¿Por qué tanta normativa específica para esta industria?
¿Por qué la OMS, en el 2003, afirma que es un riesgo de cáncer
vivir cerca de incineradoras? ¿Por qué en el 2005, también
la Organización Mundial de la Salud (OMS), propone proyectos de gestión
de residuos sin incineración? Hace tiempo habrían acabado
con la oposición de médicos y de cualquier movimiento ecologista
si tantas evidencias y tan seguros estuvieran de esa moderna tecnología.


En la gestión de la basura hay métodos que no se deberían
mencionar ni insinuar, de la misma manera que en educación nadie
propondría en nuestros días el castigo físico como
sistema de enseñanza, ni se aceptaría la pena de muerte o
la tortura como forma de hacer justicia. En la gestión de los residuos
no se debería, en nuestro siglo, mencionar la palabra incineración.

Así pues, busquemos la mejor solución y no creemos un nuevo
problema. de JOSÉ
CRUZ RUIZ VILLANDIEGO/MÉDICO, PORTAVOZ DE LA COMISIÓN DE MÉDICOS
CONTRA LA INCINERADORA



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